En la menopausia, debido al cese de la función de los ovarios, se genera una baja de la producción hormonal, lo cual trae consigo manifestaciones clínicas como bochornos, irritabilidad, disminución del deseo sexual, depresión, sequedad de la piel y de la vagina, así como un incremento en el riesgo de infarto y la aparición de osteoporosis, éste último con el riesgo consecuente de fracturas. Un adecuado manejo por el ginecólogo permite aliviar los síntomas y evita la aparición de algunas afecciones cardiovasculares y de osteoporosis. De esta manera se preserva y mejora la calidad de vida de la mujer hasta la senectud.